Es siempre sugestivo caminar por las calles de Asís y recorrer los pasos de la vida de Francisco, santo muy amado y de gran actualidad, por haber vivido el Evangelio con sencillez, radicalidad y «sin descuentos».
Sigue siendo muy significativo ir a Asís en ocasión de un Intercapítulo. De hecho, en la Porciúncula, lugar de su vida y de su muerte, san Francisco reunía cada año a sus hermanos menores en los Capítulos para discutir la Regla y para encenderlos de nuevo fervor. Por tanto, muy acertada la elección de las hermanas del gobierno general de llevarnos a la ciudad del Pobre de Asís, donde hemos vivido una jornada de intensa espiritualidad y de fraternidad, y también como tiempo necesario para tomar distancia de nuestros trabajos.
Además, como nos ha recordado el Padre Luigi Marioli, conventual, en la homilía de la Celebración eucarística a los pies de la tumba de san Francisco, se notan semejanzas significativas entre el santo de Asís y San Pablo: la identificación con Cristo crucificado, el espíritu misionero, la apertura a la universalidad, el envío de cartas a personas y a comunidades, de las cuales emergen una extraordinaria fe, una fuerte dimensión apostólica, unida a la profundidad y al calor de las relaciones humanas.
El mismo Alberione cita muchas veces a san Francesco, asemejándolo a menudo a san Pablo. Esto es cuanto él dice:
San Pablo sale de la soledad de Arabia y va por el mundo: «El amor de Cristo nos apremia». Festo dice de él que de tanto estudiar se ha vuelto loco. También a San Francisco de Asís lo llamaron loco. Son personas enamoradas de Dios y de las almas. Llega el tiempo en el que ya no se los entiende…
La peregrinación a Asís, que nos ha interpelado mucho sobre la urgencia de ser presencias vivas de Dios con nuestra misión específica, como Pablo y Francisco, haciéndonos «signos comunicativos» en la Iglesia y en el mundo, se prolongará con un día y medio de retiro, sobre el tema: Ustedes son una carta de Cristo escrita con el Espíritu del Dios vivo.
Nos acompañará el Padre Giacomo Perego, ssp. Seguimos contando con sus oraciones y al mismo tiempo les aseguramos nuestro constante recuerdo en el Señor.